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Historia de la fauna de Trébago



por José Miguel García Asensio


Uno de los últimos ciervos autóctonos de la provincia de Soria fue este ejemplar cazado en Matalebreras el año 1914.
En la provincia de Soria consideramos como fauna histórica a aquélla que posea datos anteriores al año 1932, es decir, la fecha en que fue publicado el primer estudio científico sobre especies de vertebrados. Dicho trabajo no hace mención alguna a Trébago ni a sus proximidades, por lo que tenemos que remontarnos bastante tiempo atrás. Así, dos son las fuentes fundamentales que nos pueden informar sobre cómo era la fauna trebaguense en períodos históricos (lógicamente no haremos mención alguna a la fauna prehistórica):
  • el Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de la provincia de Soria, cuyo autor es MADOZ (1845), quien nos comenta que "hay caza de perdices, liebres y venados".
  • el Nomenclátor de BLASCO (1880), cuya edición más difundida ha sido la segunda, de 1909. Este segundo cronista habla de que "por cuyo monte discurren la liebre y el conejo, señorea la perdiz y suele saltar algún venado (...)".
Como vemos, dos apreciaciones: son dos citas prácticamente iguales, y su escasa fauna de interés. Aunque esto último no es tan así como pudiera parecer en un primer momento. Evidentemente, liebres y perdices han sido y siguen siendo, de un modo u otro, frecuentes en el término municipal de Trébago. Los detalles sobre los mismos podrán ser objeto de otro artículo. Acerca de los conejos hay que puntualizar que estuvieron a punto de extinguirse cuando la famosa enfermedad de la mixomatosis entró en España en 1954 y en apenas cinco años hizo estragos en las poblaciones de esta especie en todo el país. Precisamente tratándose de un animal conocido sobre todo por los daños que llegaba a causar, constituyéndose en numerosas ocasiones en una auténtica plaga, arrasadora de prados y cultivos. Fue por esta característica suya por lo que un médico francés, llamado Paul-Armand Delille, soltó en 1952 en una granja propiedad suya en las cercanías de París unos cuantos ejemplares inoculados con un virus productor de la mencionada enfermedad. Los resultados ya los conocemos, y el popular conejo, cuando lograba superar los efectos catastróficos del mal, aparece la conocida como neumonía hemorrágico vírica (NHV), que vuelve a ensañarse con el conejo.

Pero lo que más llama la atención de las citas consideradas como históricas señaladas anteriormente es la mención al venado. Efectivamente, con dicho término se designa al conocido ciervo (Cervus elaphus), aunque hemos de señalar que radicionalmente esa palabra era utilizada para referirse a toda pieza de caza mayor, sea ciervo, jabalí, corzo, oso o cabra montés. Se sabe que el ciervo existió en las comarcas de Pinares-Tierra de Yanguas, Sierra del Almuerzo-Moncayo, Tierra de Almazán, Condado de Medinaceli y Tiermes. Esta última población desapareció la primera, con toda probabilidad antes del siglo XVIII. La del Condado de Medinaceli se mantuvo hasta finales de esa centuria, pero se extinguió a excepción de un núcleo acantonado en los montes de Iruecha, que lo hizo en el último tercio del XIX. Es precisamente en esas fechas cuando desaparece la población de Pinares, Diustes y Yanguas. En la Tierra de Almazán es difícil que pasaran de 1910. ¿Y qué pasó en Trébago? Entre 1910 y 1920 desapareció de las estribaciones del Moncayo y Sierra del Almuerzo (en Narros, cerca ya de 1920, todavía se vio alguno, mas eran ya muy raros; en Trébago el último macho, cuyo trofeo aún se conserva, se mató en 1906 por Ceferino Carrascosa, mientras que la última hembra lo fue hacia 1916; en Magaña dejó de existir por esas mismas fechas; el último de atalebreras, cuya cabeza coronada se guarda en un estado impecable en Vinuesa, y cuyas dimensiones son importantes, se cazó el 30 de noviembre de 1914 por Juan M. Torroba, en una jornada cinegética en la que se iba precisamente a por este macho: lo agarraron los perros, y el resto de cazadores dejó que lo matara él, pues había sido quien organizó la cacería). En el Moncayo, último reducto en Soria, desaparece en los años treinta.

Por tanto, ¿de dónde provienen los ciervos que actualmente habitan en nuestra Sierra del Madero?. En 1955 se llevaron a Lubia, con el fin de aclimatarse, un buen número de ciervos. Se liberaron en esos montes y en Camporredondo. Una segunda suelta tuvo lugar en 1958 "en la que se incorporaron siete machos y dieciocho hembras en las estribaciones occidentales de la sierra del Moncayo" (ICONA, 1959). La noticia se refiere a la reintroducción del ciervo en las Sierras del Madero y del Almuerzo. Previamente se estuvieron aclimatando en el "Corral de la Fuente Marta", una finca de Trébago, entre mes y medio y dos meses, traídos de Lubia, y de cuya constancia todavía se conserva un documento cinematográfico. En el interín hasta su liberación murieron uno o dos ejemplares. Esta repoblación tuvo lugar a iniciativa del Conde de Foxá, entonces Director General de Caza, y famoso por unos programas de televisión, anunciando el estilo de los que iban a ser los de Félix Rodríguez de la Fuente, tras visitar el trofeo del macho cazado en 1906. Parece ser que los ejemplares traídos venían de una granja cinegética que la Administración poseía en Pueblo Nuevo (Jaén) y de otra en Quintos de Mora (Toledo). Dicha suelta tuvo éxito, expandiéndose la población cervuna más hacia el oeste que hacia el este. En consecuencia, los ciervos residentes hoy en día en Trébago, y en toda la provincia de Soria, son reintroducidos.

Pero tenemos noticias de otra especie que campó por estas tierras y que ahora ha desaparecido. Nos referimos, no podía ser de otro modo, al lobo (Canis lupus). Aunque las citas históricas callen, la memoria de los habitantes de Trébago todavía rememora su presencia. Se sabe de la caza de un lobo en Valdegeña en 1534, como dato más antiguo en una población de la zona. En el mismo pueblo, a principios del presente siglo, sabemos de un lobo grande que entró en la casa de un pastor donde había dos niños. Lo vio la madre al volver que portaba una hogaza entre la boca, creyendo que era un perro. Al expulsarlo de la vivienda, otros vieron que no era tal. "La madre de los niños al saber que era un lobo entró presurosa a la cocina sospechando que habría hecho algo a sus niños, pero no los tocó" (VILLANAÑE, 1990). Como vemos, el temido lobo a la hora de la verdad no resulta tan fiero como lo pintan. Habitualmente en Trébago se les espantaba con teas ardiendo, pues la naturaleza lobuna es muy temerosa del fuego. Pero de lo que es modelo en Trébago es del sistema de defensa pasiva para evitar los ataques del lobo al ganado: las tainas se construían con paredes de dos metros de alto, rodeadas de otra paralela. De lo que no tenemos son noticias acerca del ejercicio de su oficio por parte de loberos profesionales, como así se ha demostrado en otras zonas de la provincia. Tampoco pudo actuar contra el cánido la famosa Junta de Extinción de Animales Dañinos, pues ésta se constituyó a mediados de los años cincuenta, precisamente cuando ya no existían lobos en Trébago y cercanías. Posteriormente algún ejemplar pudo cruzar, errante, pues en otras zonas (Moncayo) se mató alguno en los años sesenta, cuando también allí se había extinguido.

De lo que sí que no hay datos es sobre la posible presencia de la especie más espectacular de nuestra fauna: el oso pardo, animal que sí que llegó a existir en la provincia de Soria, y muy posiblemente en los montes de Trébago, pero cuya existencia pasada ha sido demostrada en la comarca de Pinares, Tierra de Yanguas, Tierra de Berlanga y Chaorna. No es concebible que el Moncayo, y sierras adyacentes, no contuvieran alguna vez en su historia al plantígrado, mas no hay datos fehacientes que avalen esa posibilidad.

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NOTAS:
(1) Este artículo ha sido extraído por su autor del contenido del libro "Historia de la Fauna de Soria", publicado recientemente. Quien desee adquirirlo, y ampliar conocimientos sobre el tema, puede solicitarlo a Fernando Clavel Pardo, miembro de la Asociación de Amigos de Trébago, o a la redacción de La Voz de Trébago.

(2) José Miguel García Asensio es abogado ambientalista y naturalista. Autor del citado libro "Historia de la Fauna de Soria" y de diversos artículos sobre naturaleza y Derecho Ambiental, ha recibido, junto a otras personas, los premios Félix Rodríguez de la Fuente (1986) y el Premio Internacional Jóvenes Investigadores de la Naturaleza (1987).

BIBLIOGRAFIA:
  • BLASCO JIMENEZ, M. (1880). "Nomenclátor histórico, geográfico, estadístico y descriptivo de la provincia de Soria". Ed. Tipografía de Pascual P. Rioja. Edición de 1909. Soria. 645 pp.
  • GARCIA ASENSIO, J.M. (1995). "Historia de la Fauna de Soria. Atlas de distribución histórica de vertebrados de la provincia de Soria" (Tomo I). Ed. ASDEN. Soria. 575 pp.
  • ICONA (1957). "Memorias ICONA 1958". Ed. ICONA. Madrid.
  • MADOZ, P. (1845). "Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Soria". Ed. Ambito. Valladolid. Edición de 1984. 281 pp.
  • VILLANAÑE, M. (1990). "De la excesiva población de lobos que había antaño en Valdegeña". Soria Semanal (19-I-1991).


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